A veces me pregunto por qué los hombres buscan su reflejo en el agua, y sólo algunos, los más hombres quizás, dejan su lágrima en contribución al mar de las desdichas.
A veces me pregunto por qué somos expertos en hacernos problemas y dejarlos a un lado para que otro tropiece con ellos, se haga cargo, se haga mala sangre, lo deje arrumbado en su cuarto, hasta que algún otro inquilino de ese famoso cuarto de Chelsea, decida hacerlo canción.
A veces me pregunto por qué escribo sobre cosas que escucho y me producen tristezas que no son mías pero las siento como tales, quizás fueron bien escritas y así cantadas que llegan a mi cuarto con la misma presión
del lago aquel, que ahora parece inundar mi habitación.

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