El sol de la mañana se levantó lentamente en el horizonte acuoso. Por lo general nunca me levanto tan temprano como para ver salir el sol, pero hoy era especial. Los rayos del sol se extendían y las estrellas fueron desapareciendo, una a la vez. No había ruido en absoluto donde me encontraba sentada. Ni un solo animal o insecto. Ni siquiera el suave sonido del viento. El extraño silencio me dio escalofríos a pesar que no hacía frio esa madrugada.
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